Por: Verónica Flórez / @soyalkalina
Hace un año estaba sentada frente a mi computador, intentando descifrar cuál sería mi siguiente paso. Viendo, por una pequeña ventana como todos, aparentemente tenían una vida tan resuelta, tan planeada, tan milimétricamente acomodada.
Recuerdo que cada elección que tomaba se sentía como un laberinto del que era difícil escapar. Y con cada elección, en lugar de estar más afuera de ese laberinto, me sentía cada vez más en el medio. Sin rumbo, sin mapa, sin ruta.
Revisé mis meses anteriores y me di cuenta, que poco a poco había ido acostumbrándome a una vida que se sentía ajena para mí. Una vida a la que poco a poco le había ido quitando el color y la vida misma. Me había dedicado a complacer a otros, me había empeñado en recorrer los caminos de otros, me había convencido de que si a otros esa vida los hacía felices a mí también por defecto, me haría feliz en algún momento. GRAN ERROR.
Lo único que logré, fue utilizar las escaleras que pudieron ayudarme a escalar, para bajar más y más hondo. Hasta llegar a un punto en el que la salida no lograba verse. Me olvidé de mis gustos, de mis hobbies, me olvidé de la rutina que en algún momento me dio tanta vida y me olvidé de mis hábitos. Hice uso del piloto automático, que me llevo durante meses en círculos, sin rumbo, sin inicio y también sin final.
Hasta que comencé a notar, que la gasolina comenzó a escasear. Y entonces poco a poco también me comencé a apagar. No inicié el año como quería, ni siquiera tuve una mitad de año como la soñaba. Entonces, ¿qué opciones tenía?
Terminar el año de otra forma. Bajarme del piloto automático, hacerme las preguntas incomodas y necesarias y comenzar a tomar decisiones alineadas con las respuestas que quería ver materializadas.
Mi 2024, no inició en enero, tampoco en junio o agosto. Me atrevería a decir que tuve que esperar al último trimestre para iniciar. Pero hoy, cuando miro hacia atrás, vuelvo a reafirmar que no se trata del cuándo, ni el cómo. Siempre es sobre el ¿para qué?.
Inicié, para volver a sentir, inicié para tomar las riendas de la vida que sueño, inicié para darme cuenta que nadie tiene la vida ni tan planeada, ni tan acomodada, ni tan resuelta y que todos, de alguna forma estamos improvisando. Al iniciar me di cuenta que las presiones del exterior no me pertenecían y que siempre yo podía seguir tomando decisiones sobre mi vida.
Si hoy, tu inicio de año se siente lento, perdido, un poco sin rumbo ni propósito, me gustaría invitarte a que pienses con perspectiva. Que no importa el laberinto en el que te encuentres, al final siempre se encuentra la salida. Que todo lo que estás viviendo y atravesando, no solo tiene un porqué, sino un para qué.
Quizá este es el año en el que comiences a priorizar tu salud, tus hábitos y rutinas. Quizá en ese orden de ideas tenías que saber lo que era vivir el caos para poder poner orden. Y quizá no tengas que empezar el primero de enero, ni el lunes. Quizá tus ritmos son diferentes y aceptarlos te pueda llevar a dónde siempre has querido estar.