Adiós dietas, hola hábitos.

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Por: Verónica Flórez Sánchez / @soyalkalina

 

Querido diario,

 

Te saludo oficialmente desde el 2022, enero para ser precisa. Sé que el año pasado terminé por abandonarte en los últimos días. Eran muchas celebraciones, muchos encuentros, mucho de todo, tanto que me dejó agotada. Agotada a tal punto de tener que tomarme esta pausa entre el final y el inicio de este nuevo ciclo. Gracias por esperarme.

 

Te cuento que después de estos días de descanso, de dejar que los días pasen y el tiempo corra, por fin siento que la batería vuelve a recargarse y con esa recarga, los sueños, los propósitos, las metas vuelven a tomar su lugar, a sentirse latiendo dentro del corazón.

 

Este año, sin embargo, mis sueños más profundos van más allá. Esta vez por fin entendí que no quiero cosas que se esfumen con el tiempo, no quiero la intermitencia ni lo efímero. No quiero triunfos que se sientan como escalones inestables de los que pueda caer fácilmente. Ni tampoco quiero soluciones mágicas e inmediatas, en las que me pierda el proceso del aprendizaje, de la introspección.

 

Por eso, este año no quiero hacer dieta.

 

Lo sé, yo misma me asusto de estar escribiendo esto, pues bajar de peso y hacer dieta han sido, desde que tengo memoria los propósitos que más he reciclado año tras año, teniéndolos que desechar siempre al final, porque evidentemente ninguna dieta me duró más de dos semanas, pero si me quedaron sus secuelas, cuál si hubiera combatido otro tipo de patología aún más grave. Me quedó el hambre constante y la incapacidad para identificar cuando estoy satisfecha, me quedó la culpa por comer cualquier cosa que no fuera lechuga o pollo hervido y me quedó el sabor del pollo impregnado hasta los huesos, me quedó el agotamiento continuo porque me dio miedo darle comida a mi cuerpo, y me quedó el efecto rebote que vuelve a mi como un boomerang después de bajar milagrosamente cinco kilos en una semana, volviéndolos a recuperar con una sola bocanada de aire.

 

Así que, no. No estoy dispuesta a volver a cosechar ese tipo de resultados en mi vida. Esta vez quiero sembrar diferente, quiero sembrar pequeñas semillas que crezcan conmigo y con el tiempo, quiero regarme como lo hago con las matas que adornan mi balcón. Porque confío que este, aunque sea un camino más largo, de altos y bajos, finalmente será un camino en el que cada huella será más firme, en el que cada huella será mía, no será la repetición inconsciente de los consejos del influencer de turno. Estoy dispuesta a conocerme, a cultivarme.

 

Quiero cosechar buenos hábitos.

 

Quiero saber como se siente mi cuerpo al levantarme con la luz del sol, quiero absorber conocimiento como una esponja, pero a través de las palabras, quiero agradecerle a mi cuerpo por sostenerme y mantenerme en pie, moviéndome, sudando, y más aún, disfrutando todo lo que hago. Quiero aprender a identificar cuales son mis sabores favoritos más allá del sabor a pollo hervido que ya no soporto. Quiero disfrutarlos despacio, en calma como el ritual que es introducirle comida, pero sobretodo energía al cuerpo. Y quiero también volver a comerme un helado de chocolate bajo el sol sin un atisbo de culpa, porque quiero recordarme una vez más que una vida saludable es la que vive la gente feliz, la gente que sabe hacer elecciones, que pone su bienestar primero para ESTAR-BIEN.

 

 

Te iré contando querido diario, porque te he escogido como mi confidente, esto apenas comienza, pero te aseguro que una cosa es segura – valga mi redundancia- voy a disfrutármelo de principio a fin.

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